De la cibersociedad al «tsunazi» digital

El Roto, Tsunazi Digital

La red se nos va de las manos. Peor, de la razón.

¿Pueden las empresas y grandes «players» de la comunicación digital como Google, Telegram y Twitter, entre otras, promover y dar cobijo al enfrentamiento y la violencia social?

Por el momento, sí.

La proliferación de cuentas que organizan grupos subversivos y violentos en las redes no tiene límite. Bajo el aspecto de supuestos colectivos sociales o políticos inofensivos, auténticos terroristas organizan ataques físicos a las fuerzas de seguridad de cualquier Estado para reventar el orden social e institucional.

El anonimato y la experiencia en burlar el control legal permite a estas redes actuar fomentando el linchamiento de personas, sin posibilidad de que los usuarios puedan reclamar la desactivación permanente de dichas cuentas.

Es un desamparo y desprotección total. Ni siquiera Google es capaz de inhabilitar las búsquedas o el posicionamiento de los pirómanos cibernéticos.

Pável Valérievich Dúrov es el propietario de Telegram. Un «anarquista de la red» huido de Rusia y en sus servidores, como en el resto de otras redes, campa cualquier movimiento hacker, piratas informáticos y extorsionadores online. Su fortuna es de 1,7 millardos de dólares. ¿Sigue pensando que es más seguro que WhatsApp?

En un entramado de propiedades tan complejo es difícil saber los intereses políticos de los propietarios. Así lo describe un magnífico artículo publicado recientemente en EL Profesional de la Información:

Comunicación y estructura invisible de poder: fondos de inversión en el accionariado de las empresas mediáticas [resumen[ABIERTO]
Rosalba Mancinas-ChávezNoelia Ruiz-AlbaCristina Martín-Jiménez

Si el lector quiere encontrar canales de Telegram repletos de odiadores, puede identificarlos sin problema. Suelen estar linkados a los canales de Twitter. Cualquier evento político en Barcelona o Madrid está plagado.

La ecología y sostenibilidad mediática exige la credibilidad de los canales. Si todo vale en la red, el «fake» será el rey en cuatro días y el terrorismo de contenidos tendrá vía libre para llevar al traste el modelo de comunicación abierto y participativo.

La transformación radical de la economía y los servicios ha llegado a la política. Los «cibergobiernos» están gestándose. La representatividad será más real e inmediata, al mismo tiempo que excluyente con los colectivos sin estrategia del márketing político.

En ese entorno líquido prolifera perfectamente el «tsunazi» digital, constituido por movimientos anónimos, intimidadores , y en ocasiones, descarádamente identificados. Al mismo tiempo, también se autoproclaman en pseudo-jurado popular acosando, coaccionando y agrediendo el mismo poder judicial.

El «tsunazi» necesita la retroalimentación de todos los canales. Las televisiones, radios y prensa pican el anzuelo de las algaradas y linchamientos convocados en las redes sociales, alimentadas por el odio y desprecio. Con la retransmisión de la violencia, muchas veces gratuita, se dispara el tráfico de contenido y el supuesto éxito de visibilidad.

También genera nuevas tribus y fenómenos poblacionales. En el caso de Barcelona, y en el resto de Europa, existe ya el «turismo molotov«. Grupos de camorristas y sociópatas que se trasladan de un país a otro para ir en la primera línea de los ataques violentos.

Se alojan en casa de otros cibermatones y se les puede ver en el metro con su monopatín, smartphone y estética semiperrofláutica.

Viven del gamberrismo y la bronca, pero en pocos días levantan el vuelo y la policía les pierde la pista al cruzar las fronteras.

Es un modelo socio-parasitario, muchas veces con capacidad adquisitiva, que vive de la protección social y autoprocrea continuamente maquillado con la estudiada pose pijo-anarco. Se les pudo ver durante días en Barcelona en las estaciones de tren y en el metro, movilizados perfectamente y viajando en preferente.

Mientras, en la vida real, siguen las listas de espera en los hospitales, colapso de Renfe en el extrarradio, sueldos basura en el ámbito público y privado, aumentos de impuestos confiscatorios sin retorno real, profesionales que ven atropellados sus derechos, colegios en barracones y mendicidad acuciante.

Lo que les importa a los «tsunazis» es incendiar las calles y atentar contra las personas para hacer creer a las audiencias abducidas que acuden a una movilización. Captan menores de edad en sus plataformas y adoctrinan ignorantes en cuestión de segundos.

Posiblemente es la hora de dar la misma medicina a los «tsunazis» de la red y silenciar su propaganda, ningunearlos, o será el final de la comunicación tal y como la entendemos hoy.

Lo dicho.

La tasa Google y la cancerígena cementera de Alicante

Resultado de imagen de comercio electrónico 3 por ciento
La Tasa Google inflaciona todo el sector online

La tasa Google del tres por ciento, según el Gobierno actual, con un pellizco de 1.200 millones de euros es la que ayudará a pagar las pensiones, pero no los 120.000 euros de sueldo anual de los presidentes autonómicos.

Una injusticia para los pobres representantes del pueblo, que sin duda no regatean con otros impuestos más jugosos como el de sucesiones, dramáticos para la gente de la calle que se ve obligada a renunciar a la herencia del patrimonio familiar.

La realidad mediática siempre supera a la ficción. Las consecuencias directas de la tasa Google son la subida de precios del comercio online y la disminución de ingresos en el sector publicitario, puesto que encarecerá Adwords y reducirá las comisiones de Adsense. Obvio.

Esa tasa no la pagará Google, sino el comprador y el usuario de Google. Esta compañía lleva años ofreciendo gratuitamente los mejores servicios de la red y formación que más quisieran muchas universidades. Prepárese a pagar por Gmail o las llamadas de WhatsApp.

Facebook , Twitter o Uber tampoco se escapan.

El segundo gran perjudicado será Amazon, por las razones de comercio electrónico. Ni que decir tiene del efecto sobre todos los demás portales de comercio, intermediarios, logística y el consiguiente encarecimiento del comercio internacional. Lo dicho, hay mil impuestos que se pagan pero nadie sabe a cambio de qué.

El comercio electrónico es el presente y futuro laboral de cientos de españoles y marca la tendencia.

Universidades en vez de tasas

¿No sería más práctico ofrecer a las grandes tecnológicas de la comunicación la posibilidad de instalarse y solucionar problemas medioambientales históricos en vez de impulsar macro-micro-narcocasinos?

Por ejemplo, en Alicante existe su antigua cementera con residuos cancerígenos de amianto que nadie logra desmantelar. Está bien plagada de suciedad, accidentes mortales, delincuencia y contaminación grave para los 20.000 universitarios que la rodean y sus habitantes de San Vicente del Raspeig.

Cementera abandonada de Alicante

Amazon, Google o cualquier operador global de comercio online daría lo que fuera por ese terreno junto al aeropuerto y la autopista. Un enclave de lujo en el Sureste español.

Sería incluso el mecenas para satisfacer las intenciones de la Universidad de Alicante (UA) e impulsar su nuevo «campus de la innovación«.

¿Qué son 20 millones de euros para estos gigantes?

Pero no, a por la pasta del mercado que es más práctico y cortoplacista.

Pensar con mentalidad colaborativa y no destructiva. Esa es la nueva cultura del desarrollo sostenible y que los medios pueden promover con análisis más sopesados. Es hora de no depender contínuamente de la cantinela dialéctica política superficial.

S.O.S: Brecha digital y brecha profesional.

gonzalez.pacanowskiExcelente el análisis de diversos expertos sobre el «empoderamiento digital» y su brecha – con sus luces y sombras- que publica en su último número  la revista EPI.

Especialmente resulta inquietante la observación de uno de sus autores, Andreu Casero: » Aquellos que ocupan posiciones sociales privilegiadas, por su nivel educativo, y usan más internet, parten con ventaja frente a aquellos que no y, con ello, su preeminencia se refuerza».

El viejo tema de la «brecha digital» es tan antiguo como la capacidad adquisitiva y el acceso a la información, preocupación que existía en los inicios de la investigación en comunicación en Europa. Pero hoy, por la alfabetización y la potencia tecnológica, se hace más evidente.

La misma publicación ofrecía recientemente otro análisis espectacular a cargo de Jorge Serrano, sobre lo que evolucionará en el escenario mediático próximamente: auge de la inteligencia artificial, inmediatez, personalización, big data, internet de las cosas, y variedad de tipos y canales de interacción.

Bien, estos enfoques serios nos ayudan y son el mejor exponente que se puede encontrar desde el ámbito académico.

El problema está en que la basura informativa también crece exponencialmente, lo que unido a la brecha y la sofistificación tecnológica, sin olvidar el márketing y la manipulación, o el monopolismo googeliano,  nos sitúa en un presa de pantano a punto de resquebrajarse.

¿Quién pierde y gana? Una viñeta genial de Matt Wuerker pega una bofetada ninja a los medios, a los comunicadores, a las universidades, a los investigadores y a los predicadores de la ética profesional.

¿Sabremos si lo que leeremos mañana es publicidad, una noticia robot, una campaña SEO, un fake, o una estrategia de linchamiento digital?

Demasiados cambios en los modelos de comunicación tradicionales y demasiados actores interesados en aprovechar la pureza de la verdad.  El poder de la realidad está vigente. El reto será preservarlo antes de que otros la desnaturalicen.

Felicidades EPI.

Google: grandes búsquedas con pequeños trucos

El nivel CI2 sobre competencias informáticas que imparte la Universidad de Alicante tiene grandes aportaciones. Algunas de ellas son bien conocidas, pero otras pasan inadvertidas y tienen especial utilidad en las búsquedas de Google. Estas son sus aportaciones: Continuar leyendo «Google: grandes búsquedas con pequeños trucos»

¿Impondrá Facebook la publicidad en WhatsApp?

El fenómeno de la migración de los adolescentes al uso de aplicaciones rápidas como Twitter, Instagram, Pinterest, WhatsApp o Snapchat, en detrimento de Facebook, es un indicador claro de tres hechos entrelazados: «movilización» masiva del usuario, progresiva «nanosegmentación» de los colectivos online interconectados y rechazo al intrusismo publicitario. Pero todo podría cambiar con la compra de WhatsApp por Facebook en los próximos días Continuar leyendo «¿Impondrá Facebook la publicidad en WhatsApp?»