El último informe de IAB sobre redes sociales en España es rompedor. El «people channel», el canal de la gente, sube, madura y es la condición para el éxito de cualquier acción de comunicación.
Utilizar los medios de comunicación para lanzar lo que se denomina «fakes«;o sea, bulos, es una práctica que puede llevar al traste países y declarar guerras.
Pero el asunto se ha convertido en algo exponencial.
Pablo Iglesias dijo en un mitin: «una democracia digna no acepta limosnas de millonarios» y «no se puede consentir que la salud de nuestros hijos o de nuestros padres dependan de las limosnas de un multimillonario».
NUNCA dijo «los españoles prefieren morir antes que ser sanados con limosnas de Amancio Ortega«.
El ex-candidato podemita de Denia, y no es fake, comentó descarnadamente a propósito de su ex-líder: «convendría que se callara la puta boca». Y se marchó.
Primera lección: El que desprecia al generoso demuestra su egoísmo.
Los errores en comunicación se pagan. El problema reside en que pocos los intuyen.
Se decía con tiempo en este blog: la España interior será tema en las elecciones. Y duró unos días hasta que acabó la dialéctica electoral.
En el transcurso de estas últimas elecciones municipales/generales/europeas/autonómicas hemos visto algunos mensajes a destiempo.
Greenpeace quiso poner en el tapete la conciencia verde, pero quedó diluida. En ese momento, el PACMA quisó llevarse el pastel del voto alternativo naturalista: error. Van en el mismo paquete. Desperdicio de ilusión de planeta limpio y con animales empoderados.
Al final, los mensajes de campaña ha sido fuego de alto standing. Ha quedado entre ellos. Entre cabezas de lista. Y el que menos tenía que perder, las ha ganado.
Resultado: el jubilado no sabe si cobrará más o menos; el autónomo todavía busca las ventajas prometidas; los colegiales, en los barracones sin saber hasta cuando y las universidades y hospitales públicos con una miserable dotación económica y de recursos todavía.
La supuesta derecha centralizada ha pagado su error más caro que nadie. Incapaces de coaligarse, tiró cada burro por su lado. Resultado: donde antes le costaba al PP alcanzar un concejal, hoy lo ha perdido.
La Junta Electoral Central, sublime organismo que vela por la democracia y juego limpio, obvió analizar el principal objetivo de algunos programas políticos: destrucción del estado español.
Legal, aunque incoherente si se pretende comer de lo que se odia.
ERC, Bildu, PNV y JxC vivirán otros cuatro años con los impuestos de los que pretenden anexionarse; curioso.
Nunca multa por la intimidación en las calles cuando los resentidos arrasan las carpas de la competencia. Al menos, le dijo a Torra que las pancartas eran para el verano. Ahora toca girarlas.
Presentar presos en las listas le ha funcionado al tuitero Rufián. Pero es trampa, es un sarcasmo de sí mismo. Una lista «fake» basada en agitar y enmarranar las reglas del juego. No tiene intención de arreglar nada, sólo liarla hasta el infinito con un discurso vacío y estereotipado.
En Cataluña hay quien sigue vendiendo el Lebensraun y la colonización cultural, como Plataforma per la Llengua. Otros le bailan el agua a los huidos por si acaso y TV3 no será nunca un ente independiente. Las cosas no van a cambiar. El Colegio de Periodistas de Cataluña organiza cursos para aprender a informar de la derecha, aunque la principal máquina de procrear fakes y provocar situaciones de conflicto se llama Puigdemont ( de derechas, y aliado de xenófobos belgas, por cierto).
Otros, como la ANC, toman el control de la Cámara de Comercio de Barcelona, como si tuvieran algo que aportar realmente a la economía al margen de su irracionalidad.
En cualquier caso, logren ser indultados o no, el independentismo de casta izquierda/derecha y visa oro ha hecho que se vote con el lado hooligan del cerebro.
Excelente manipulación psicológica desde todos los frentes. Con el estiércol mediático han construido una causa. No es fácil.
Para enmarcar:
Cuenta el tío de Rafa Nadal , su entrenador, que un buen día se encontró a cierta política en el avión. La oda a los valores deportivos del tenista salieron a relucir en las palabras de la gobernante. Que si el respeto siempre a todo el mundo, el juego limpio con sus contrarios etc, etc, etc.
El entrenador le metió un smash. Le vino a decir que ya le valdría a ella y sus compadres de profesión aplicarse el cuento.
Pues eso.
Las lecciones de ciudadanía las dan los ciudadanos: siempre.
Si es usted político, (lo que es muy probable con casi medio
millón de ellos en nuestro país), aquí tiene doce consejos para considerar en
sus alocuciones:
Autocrítica: hable de su honestidad, pero sea sincero. No hay nada más cargante que el engreimiento y el victimismo permanente. Lo intentó y lo logró, bien; ¿perjudicó? Reconózcalo y diga lo que debe hacer mejor.
Evidencias, no voluntades: diga lo que realmente puede conseguir, no lo que sueña. No empache con sus megalómanos proyectos inacabables.
Respeto. Algo habrá hecho bien el peor de sus enemigos. El que usted venera mañana puede ser la escoria de las redes sociales. Lance Amstrong salió de un cáncer y ganó después siete tours dopándose. Nadie es perfecto.
Romper la etiqueta. No hay ideologías desde hace años. Tampoco extremos, ni centros. Se han roto los estándares y la generación Z que llega va a lo práctico. No quiere humos, ni saqueadores, ni explotadores, ni líderes criados en escaños. Deje de encasillar y atiborrar con amenazas de retornos diabólicos inexistentes. No le creerán.
Franco vs. Yo: Él está muerto y huele a muerto. Los sepultureros se lo agradecerán.
Fuera alambradas. Bastante tenemos en la opinión pública con problemas reales y serios, como para añadir separaciones, divorcios, alambradas y fronteras.
La ley es la que es. No pida para usted que se la hagan a medida continuamente. La gente normal suele ser legal desde hace muchos años.
Las banderas son un lastre. Deje los pendones para los que viven de quemarlos. Mire al cielo ¿Ve aquel inmenso azul que rodea el planeta? Pues un poco más arriba ya no existen.
Familia, educación, sanidad: tres cosas que muchos repelen como la peste, pero es lo único que construye un país. El dinero, un medio pero no el fin. No se obsesione por quien lo robó. No lo veremos.
Madrid/Barcelona/Barcelona/Madrid: España se está despoblando en el campo y la juventud busca trabajo en Australia. Soria, Teruel y Albacete merecen su atención.
Hable con su perro. Francisco de Asís, el hermano lobo, hablaba con los animales. No se extrañe si encuentra respuestas en la especie animal cuando ya no sabe cómo atacar al adversario.
No se pierda la procesión del Viernes Santo en Murcia. Allí salen todos: Judas, el traidor; San Pedro, el negador y Salzillo, para dar esplendor.
Tengan piedad de sus audiencias. Vendrán días de pasión.
Quizá no gane las elecciones, pero será usted redimido por los media, sus públicos, y al final, feliz.
Uno de los fenómenos de la radicalización editorial es la fe ciega en el subvencionismo.
No es para menos.
Recientemente la Generalidad de Valencia se puso tibia de regar económicamente a medios cuya función informativa parece más ligada a replicar lamentos de la clase política que a estar pendiente de las necesidades sociales de la población.
Entre ellos, auténticos órganos de propaganda pero ninguno con sede social en la Comunidad Valenciana.
Entre ellos, según señala el diario Las Provincias, «Edició de Premsa Periódica Ara, SL (ara.cat), que recibe 22.006,92 euros; Serveis de Comunicació Global Aquitania, SL (naciodigital.cat), con 20.348,22 euros; Partal, Maresma i Associats, SL (vilaweb.cat), que obtiene 17.962,45 euros; Catmèdia Global SL (directe.cat), con 12.659,72 euros; Hermes Comunicacions SA (elpuntavui.cat), con 11.154,19 euros…»
Y cómo no, 19.948,84 destinados a Edicions del País Valencià, la empresa editora de El Temps.
Pero lo realmente asombroso es la capacidad de esos mismos medios de volver a recibir dinero exáctamante por el mismo motivo por partida doble de la Generalitat de Cataluña.
Y de nuevo se obtienen ayudas por partida doble para la versión de papel:
La picaresca española no tiene límites. Fomentar dos veces lo mismo para recibir dos veces la ayuda pública de distintos gobiernos autonómicos.
Es como si todos los medios de Badajoz, Segovia o Almería, o de cualquier ciudad recibieran de todas las comunidades autónomas de España subvenciones por promocionar el castellano.
El día que subvencionen las prótesis dentales será porque se ha logrado que todos los ciudadanos hablen catalán, esperemos.
La cibertecnología crea un estilo de vida. Si los Reyes Magos le trajeron por ejemplo un patinete eléctrico Xiaomi y lo desenvolvió ante la mirada atónita de su hijo, su vida podría haber cambiado radicalmente.
El primer día se dió cuenta que ya no necesitaba esperar y pagar transporte público masificado a precio de oro, impuestos absurdos, carburante, párking…
Se transformó en una persona ecológica, incluso supercívica al tener que respetar las aceras.
Su teléfono era al mismo tiempo su guía en la ciudad para cualquier gestión, que podría ser por ejemplo el «Pocophone» de Xiaomi, tan potente como el más caro de Samsung o Iphone, pero a 300 euros. Nadie le multaría por mirarlo, o hablar por bluetooth.
Llevaba su hijo pequeño en el patín al colegio, y hoy no puede cambiar ese hábito de vida.
Desde entonces tiene tiene sus grupos de Telegram para cualquier problema , tutoriales de mantenimiento para parar un tren y hasta queda con amigos con ese artefacto mitad infantil, mitad invento del año.
Eso es la transformación de la sociedad y no tanto dar cuerda a más tráfico contaminante en las ciudades. Este es el error de los que justifican todo con la innovación en internet.
Si no es sostenible, la innovación basada en la comunicación online no progresa.
Si Uber y Cabify hubiesen ofertado solo vehículos eléctricos la batalla de Barcelona no estarían ahora a la puerta de los juzgados.
¿Postureo mercantil? posiblemente, pero la opinión pública estaría de su lado y no de los viejos y espasmódicos diesel negros y amarillos inductores de asma infantil.
Destrás de una App existen mundos económicos desconocidos. Cuando surgieron las primeras aplicaciones informáticas para pedir un taxi todo era maravilloso.
Después llegaron las VTC. Jóvenes empresarios, gente de la administración reconvertida, emprendedores…la «nueva» economía.
Mañana no habrá taxistas ni chóferes. Las algaradas es solo una fase intermedia de lo que realmente tiene que suceder.
Esta nueva i-sociedad es una consecuencia más de la digitalización de la comunicación.
Primero fue la prensa, después vino el comercio electrónico, la banca, la educación, la restauración, el transporte…y finalmente será la política.
Sí, al final convertiremos los parlamentos en hospitales, o mejor, en residencias socio-sanitarias
¿Para qué tanto escaño físico si puede ser virtual?
El punto de equilibrio que se atisba es estremecedor ¿Debe ralentizarse la transformación digital para lograr mantener la supervivencia laboral?
O dicho de otro modo, ¿todo vale en esta loca carrera por conquistar la pole position de la cibereconomía?
Nueva York, la ciudad de hiper-ricos y/o hiper-pobres. Ese es el final. Ahora obligados a ceder pisos nuevos en renta baja cada vez que se construye un edificio, lo que Barcelona intenta imitar, con alquileres de 1,200 euros por apartamento de 40 metros en centro de la ciudad.
Incluso, ofreciendo vivienda prefabricada reinstalada sobre edicificios existentes o un container.
Traslademos ese criterio «social» a todos los sectores y se entenderá lo que nos queda por hacer. Ser colaborativos, o no funcionara el modelo.
El capitalismo salvaje no ha desaparecido, o mejor dicho los capitalistas salvajes. Como tampoco los mesías de la igualdad, que viven en chalets de lujo.
Un tractor sin conductor y un dron pueden hacer desaparecer los jornaleros. El i-pastor está a la vuelta de la esquina, ¿pero podrán también con él?
De la esperada Sociedad del Conocimiento y de la Información, a la nueva era del sálvese el que pueda. La i-sociedad convulsiona los principios tradicionales de la economía.
Detrás de una App que muerde el mercado, hay muchos escenarios, incertidumbre, oportunidades, innovaciones; pero sin duda, también injusticias, como en todas las revoluciones industriales.
La tasa Google del tres por ciento, según el Gobierno actual, con un pellizco de 1.200 millones de euros es la que ayudará a pagar las pensiones, pero no los 120.000 euros de sueldo anual de los presidentes autonómicos.
Una injusticia para los pobres representantes del pueblo, que sin duda no regatean con otros impuestos más jugosos como el de sucesiones, dramáticos para la gente de la calle que se ve obligada a renunciar a la herencia del patrimonio familiar.
La realidad mediática siempre supera a la ficción. Las consecuencias directas de la tasa Google son la subida de precios del comercio online y la disminución de ingresos en el sector publicitario, puesto que encarecerá Adwords y reducirá las comisiones de Adsense. Obvio.
Esa tasa no la pagará Google, sino el comprador y el usuario de Google. Esta compañía lleva años ofreciendo gratuitamente los mejores servicios de la red y formación que más quisieran muchas universidades. Prepárese a pagar por Gmail o las llamadas de WhatsApp.
Facebook , Twitter o Uber tampoco se escapan.
El segundo gran perjudicado será Amazon, por las razones de comercio electrónico. Ni que decir tiene del efecto sobre todos los demás portales de comercio, intermediarios, logística y el consiguiente encarecimiento del comercio internacional. Lo dicho, hay mil impuestos que se pagan pero nadie sabe a cambio de qué.
¿No sería más práctico ofrecer a las grandes tecnológicas de la comunicación la posibilidad de instalarse y solucionar problemas medioambientales históricos en vez de impulsar macro-micro-narcocasinos?
Por ejemplo, en Alicante existe su antigua cementera con residuos cancerígenos de amianto que nadie logra desmantelar. Está bien plagada de suciedad, accidentes mortales, delincuencia y contaminación grave para los 20.000 universitarios que la rodean y sus habitantes de San Vicente del Raspeig.
Cementera abandonada de Alicante
Amazon, Google o cualquier operador global de comercio online daría lo que fuera por ese terreno junto al aeropuerto y la autopista. Un enclave de lujo en el Sureste español.
Sería incluso el mecenas para satisfacer las intenciones de la Universidad de Alicante (UA) e impulsar su nuevo «campus de la innovación«.
¿Qué son 20 millones de euros para estos gigantes?
Pero no, a por la pasta del mercado que es más práctico y cortoplacista.