Mientras esperamos a la llegada de las pantallas de los dispositivos que sustituirán las gafas y las lentillas para la lectura, según el prototipo del MIT que trabaja con NVIDIA, aún hay que dejar claro que las personas con discapacidades sensoriales todavía están fuera de la órbita de las tecnologías.
Maravilloso artículo publicado en Comunicación y Sociedad por Victoría García, donde le da un tirón de orejas a las televisiones que cumplen el mínimo legal, pero dejan a un lado el compromiso real:
«…la audiodescripción y la lengua de signos se han implantado de forma muy escasa, quedándose en ocasiones en el mínimo exigido por ley, y emitiéndose en las franjas horarias con menos audiencia. Todo ello dificulta la accesibilidad de las personas con diversidad funcional a la información audiovisual y se aleja de la situación ideal que exige el colectivo«.
La discapacidad siempre ha sido una laguna misteriosa para los nuevos medios. Sin embargo, hoy es uno de los colectivos que requieren mayor atención. Todo progresa para lo táctil y lo multimedia, pero dejamos de lado la usabilidad más básica.
Pese a los que critican y advierten de la ludopatía o insociabilidad, una «Nintendo Wii» puede ser eficaz para ayudar en habilidades motrices en parálisis cerebral. No todo son riesgos y adicciones, como describe la investigación de la Universidad de Jaén. Quizás va siendo hora de planificar la tecnología de modo funcional y pensando en todos y no sólo en los más perfectos consumidores.
Excelente apunte en este sentido de Elvira García-de-Torres y Yanick Farmer en la revista El Profesional de la Información. Es genial la discusión teórica, pero si el viaje es por dinero, dejamos atrás principios y valores en la investigación:
«…Si queremos crear marcos teóricos efectivos, tendremos que entender mejor cómo, en las sociedades obsesionadas por objetivos económicos, como la riqueza, el crecimiento, el empleo y la reducción de personal, podemos mantener vivos ciertos valores…»
Algo así ha investigado la Universidad CEU de Madrid en su trabajo «Administración electrónica y e-inclusión de las personas mayores», publicado en Revista Latina de Comunicación Social. Ese también es el camino.
En un momento de integración video-texto en el relato mediático, queda mucho camino por recorrer, sobre todo en calidad, como dice en ZER la investigación de Javier Mayoral de la Universidad Completense de Madrid: «...vídeos primarios, sin estructura reconocible y con un proceso de edición muy rudimentario…».
Al final, todos seremos target de lo accesible. La fase de lo «responsive» (web adaptada a pantalla) es solo una pequeña estación en este tren de largo recorrido.