Ni formatos innovadores, ni audiencias digitales, ni nuevos contenidos , ni historias en vinagre. PRISA en el mes de abril estaba en una quiebra virtual, o más bien técnica.
Sí, y los ratios financieros y económicos lo demostraban, mal que le pese a cualquier auditor.
Su solución: vender Canal+ (DTS) a Telefónica. Eso supone una inyección de más de setecientos millones de euros que los pagan los bolsillos de toda España.
¿Si?, Efectivamente. Telefónica o Movistar, llámesele como se le llame, es una compañía hecha con la red, cableado, y para muchos, con el cabreo y saqueo de los bolsillos de millones de clientes ibéricos durante décadas. Véanse las sanciones de la UE para abrir boca.
No sólo es una operación financiera que le da el monopolio del pay per view en deportes, amén de otros privilegios en el control del mercado de entretenimiento audiovisual, es la culminación de su poder multimedia.
Telefónica es Caixabank, Banco de Bilbao y Banco de Santander, preferentemente. Lógicamente quieren rentabilidad y no restos de un naufragio mediático. Pero esa supuesta rentabilidad supone un desembolso que lo pagamos todos los clientes de estos bancos, porque sus ingresos son nuestros ingresos, y sus fondos, no se olviden, son nuestros fondos, respaldados todavía con el Tesoro Público y pendientes de devolver a su origen.
Bien, demostrado que Telefónica somos «casi todos», es evidente que PRISA la «salvamos casi todos».
No es justo.
Si cada empresa española que se va al garete por ineptitud gestora y miopía inversora la tenemos que salvar con nuestros tres bancos medio saneados, empezamos a entrar en una perversión del sistema, que ya nos ha regalado una crisis de espanto desde el 2007.
No se pueden pagar las deudas de un walking dead mediático, ni de nadie con el dinero público.
Si querían vender Canal + por ese montante, haberse buscado un comprador chino, de Oriente Medio, o de cualquier país con capacidad para permitirse el lujazo de una televisión que no genera más que serios dolores de financiación.
Ese canal no cumple ninguna «función pública imprescindible», ni preserva los principios de la democracia, ni forma parte del motor económico español. Ni Mediaset, la empresa audiovisual más rentable de España, quiso quedársela, vendiendo su parte a la compañía de Cesar Alierta.
En fin, felicidades, usted sin beberlo ni comerlo, hoy ha salvado a PRISA con su dinero. Ahora, paciencia y a esperar, viendo películas de Canal +, a que los bancos nos devuelvan los fondos que les «salvaron» de la intervención europea.
Al menos, sería un detallazo que conviertan «El País» en un diario gratuito (ya lo es en internet) y nos inviten a la fiesta de su aniversario.
Nos lo merecemos
¡Qué país!