Steve Bannon, anteriormente jefe de campaña de Trump, es ya un clásico. El «America First», o sea, primero la bandera y después ya veremos, ha marcado la tendencia del márketing político moderno: ser un «street fighter».
A pie de calle se ganan las masas, no metidos en plasma. Demasiado tarde, querido Mariano.
Aquí tenemos a Jaume Roures, el hombre que ha patentado la palabra VAR, como si fuera suyo el invento. Sabe de plasma y de ceder sus instalaciones al agitador de moda.
El artífice de Mediapro no se deja entrevistar en la BBC, como Bannon. El lucha en la compra de derechos de tv, y después los comercializa. Tiene cara comunista y vive como un rey.
No exhibe Catalunya «first», sino la pasta. Si TV3 le compra, besa el suelo estelado, negociando sin parar desde el 22@.
Y es que los españoles siempre hemos tenido cultura de moviola, nos va el VAR. Revisamos la jugada judicial durante años hasta quedarnos exhaustos y exhumamos cadáveres hasta que no mejoren las encuestas.
Pero también somos de BAR.
Orujos y gin-tonics, con sobremesa y brindis por la última hazaña con la Seguridad Social y Hacienda han construido este país.
De toda la vida penalti si lo dice el árbitro, a la cárcel si te manda el juez, anticonstitucional si lo corrobora el tribunal, a Tráfico por saltar el radar.
Has caído en fase de grupos, pues a casa.
El problema es que cuando te has pasado de la raya, y lo dice la vara de la Ley a muchos no les conviene en el momento, aunque sí cuando perjudica a la competencia.
O sea, si un pueblo de Cáceres se declara república independiente es ilegal, pero si lo haces con padrinos como Roures y TV3 el gol tiene que valer.
Solución: un término medio.
Ni a la cárcel por opinar, ni inmune con privilegios de pernada golpista.
En un mundo global de post-verdad, post-sentimientos, post-cultura, post-política y postureo infinito, la tecnología puede que nos redima de los goles fantasma, de los falsos mesías y las mentiras abanderadas.
Pónmelo otra vez, el vídeo no, el carajillo; gracias.