El sábado 11 de noviembre falleció Gregorio Sánchez (Chiquito de la Calzada), ilustre cómico cuyo léxico podría ser incorporado al DRAE en breve. Simultáneamente, centraba la atención de los medios una manifestación en Cataluña en protesta por los políticos procesados soberanistas.
#adioschiquito fue el trending topic del día. En España no había más problemas.
En ocasiones, ciertas realidades en los medios eclipsan las inquietudes sociales reales. No es que la muerte de Chiquito o una manifestación no lo sean. Lo son porque generan la audiencia necesaria para el márketing mediático.
La violencia de género, la pobreza en las calles, el paro, la amenaza del terrorismo yihadista, la crisis de Corea del Norte, el ingreso en prisión de personajes corruptos, los accidentes en las carreteras a causa del consumo de drogas y alcohol, la llegada de refugiados sin techo ni futuro, la contaminación constante de la atmósfera, el riesgo de cortes en el suministro de agua por la sequía o el colapso de los servicios de urgencias, la atención a los colectivos discapacitados e infratratados por la medicina, la pobreza de muchos jubilados, el comercio sexual, los carteles de la droga…
Hay temas que repercuten de modo directo en la vida de las personas, en la subsistencia, no en lo accesorio. Raramente coinciden los dos elementos: necesidad informativa y márketing.
El bisturí de la comunicación no quiere estar pendiente del final del Daesh, ni de lo preocupante. Solo de lo que provoca un ingreso publicitario. Eso le hará caer en manos de grandes manipuladores que supuestamente velan por la libertad informativa.
Nadie puede creer que una persona sea capaz de generar 40.000 tuits. Eso es obra de bots. Imperceptible para la gran masa tuitera.
Nadie se manifiesta por los que son embargados porque ya no tienen nada con que mantenerse. Tampoco por los presos que hace muchos años no pueden acudir a un abogado que les ayude, o simplemente alguien que les visite en su dramática soledad. Nadie viaja a Bruselas pidiendo dignidad para los más mayores. Nadie quiere mancharse las manos por lo que sucede justo a nuestro costado.
Es el efecto pantalla de los medios. Impiden que podamos percibir las prioridades sociales que influyen en nuestro día a día, pero nos arrojan al espectáculo que otros han diseñado para lograr sus intereses.
TV3, una entidad pública, esta siendo criticada por su sectarismo y falta de rigor profesional. Crea un efecto pantalla. Nos hacemos sensibles y pensamos según sus prioridades informativas. Y no olvidemos, que a diferencia de TVE, obtiene cuantiosos ingresos publicitarios ¿Es márketing o necesidad? Otros medios también pueden incluirse en esta descripción.
El tiempo dirá hasta qué punto es justo ocultar, silenciar o exagerar ciertos comportamientos e ideas, adoctrinar o eludir con eufemismos el nombre de las cosas.