Sequía, apps y libertad

Es una aldea, una más que se difumina entre los profundos llanos y eras de nuestra piel de toro. Reposo frente a un pozón de la dehesa, con el agua de tintes férreos y el pasto ya amarillo.

Un paisano viene de dar de comer a una piara de pata negra.

Le pregunto por el wifi, por la cobertura, por los trámites del ayuntamiento. Me ofrece la yegüa por 600 euros, no la puede mantener y va para el matadero. Mientras la cuba se llena y arranca el tractor dirección al establo, responde: «To eso lo sabe mi hijo«.

Profundos estudios sobre las funcionalidades de las webs de Extremadura (EPI)  dicen que por ahí la cosa digital  está por hacer, muy cierto.

Pero es más verdad que de lo que la gente vive en tierras de España es de llover, no de que instalen una antena.

La sequía no la arregla internet, ni la comunicación. Quizás un trasvase, pero aún así.

En la misma aldea de la que hablamos no existe la prensa del día – perdón, sí, la del anterior-.

Cuando «el» diario acierte el tiempo de la comarca seguramente Paco, el del ultramarinos, invitará a una ronda de vino de pitarra.

Apunte del último congreso de la Sociedad Española de Periodística en Elche. Sabias fueron las palabras de Lucy Küng, del Oxford-Reuters Institute for the Study of Journalism: no enamorarse de las shiny new things.

(Más del recomendable Congreso)

Creo entender que detrás del artificio y la última virguería desarollada en Java tiene que haber organización, estructura, entidad, viabilidad empresarial, contenido relevante; o sea, la profesión de comunicar.

Si no, mucho hablar y poco regar.

Si se appiza la información, o se hace más «mobile web» no se sabe. Por el momento, los innovadores tiran del carro (UMH), mientras el fantasma de la «dependencia político-publicitaria»  igual decide la continuidad de algunas «cabeceras».

El subvencionismo es la enfermedad nacional de España, no la envidia. Porque el gato al agua se lo llevan los de siempre, no engañemos.

La figura del paisano se perdía  en el horizonte dibujado por la charca, encinas y alcornoques.

Entendí su «no conversación» con lo digital. La lluvia no se compra. Pero eso, para los hijos del asfalto, no es una brecha.

Los que somos del mobile first, tenemos otros problemas, según Comscore

 

 

 

 

Y el agua no está en nuestras prioridades «Maslowdianas»

 

 

 

 

Lección del aldeano: Ni  pasto, ni ganado salen del smartphone.

Hay que dejarse la piel, y eso, también hay que enseñarlo con los mejores ejemplos, con las/los inolvidables profesionales, como fueron Verónique Robert  o Clare Hoolingworth, que junto a cientos de redactores anónimos dan sentido a todas las ciencias de la información y el periodismo.

Sin valentía no hay victoria, tampoco información.